lunes, 24 de enero de 2022

ANDRÉS SÁNCHEZ HERNÁNDEZ

Cuando el alba anuncia el día, entre el silencio y la soledad, mi amigo Andrés Sánchez en su mesa camilla habrá desayunado su café con leche, tostadas con tomate y aceite de oliva:

Andaluces de Jaén

aceituneros altivos

decidme en el alma quien

quien levanto los olivos

Andaluces de Jaén.

 

Maestro por excelencia de muchas cosas, vive con el alma herida de ver este mundo de despropósitos entre el desasosiego, la templanza quedan los años y desde el burladero de la vida mirando al morlaco de la pandemia sin obviar otras epidemias que padecemos. Desde la tranquilidad que da el reposo en el sofá, el Maestro se libera de desiertos del intelecto escuchando música clásica y tarareando fandangos para alimentar vacíos que alivian el desconsuelo.

Fandango, pasión, sentimiento,

pureza que vuela al viento

química de la emoción,

que revive hasta los muertos

surco de palabras hondas,

que hieren y dan aliento,

y lances en los alberos

fundidos en sacramento.

 

 

 

 

 

 

 

 

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