Hay personas que han dedicado su tiempo a ejercitarse en la manipulación
sin conseguir llegar al doctorado. Ejercen la vulgaridad, el manejo para el
interés propio y terminan cayendo en el precipicio del descrédito. Haberlos
haylos. En esa carrera de maniobras que legitiman la vergüenza ajena
siempre encuentra el jesuita la víctima propiciatoria
para satisfacer sus propias miserias. El juego sucio siempre acaba por manchar
al que vive al margen de la purificación.
domingo, 9 de enero de 2022
EL PRECIPICIO DEL DESCRÉDITO
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