miércoles, 12 de enero de 2022

TODO FINAL TIENE UN PRINCIPIO

Todo final tiene un principio. Paseaba de buena mañana por la Avenida mirando de un lado a otro tratando de buscar de la nada algo y en ese trasiego mañanero me encuentro en un banco a un señor entrado en años, garrota en mano, nevado pelo y deduzco, ausente presencialmente de su vida. Me asiento a su lado con los buenos días correspondientes respondiendo con educación. Miro el teléfono móvil para no ser directo en la conversación que quiero mantener con él y después de una pausa calculada entro en la dinámica y le digo: “Buen tiempo amigo para ser el mes de enero” y no se hace esperar la contestación: “Ahora está todo cambiado” y en ese cambio que deja caer le respondo: “Lo que no cambian son las pensiones que nos hacen vivir en el alambre todos los meses”, y se enciende la mañana y arremete contra tirios y troyanos con no poca razón. Yo, -le digo-  que no puedo terminar el mes porque las cosas han subido una barbaridad y asienta haciendo un gesto con la cabeza y suelta: nosotros tenemos una pensión pequeña -no quiero preguntarle por la cantidad- y tenemos que mantener a mi hijo y mi nieto y decido decirle el montante de mi pensión para que no se sienta mal y se dé cuenta de que yo no vivo en el lujo. Se despierta el amigo porque hemos abierto la caja de pandora de males que acucian a no pocos pensionistas. El problema de esto es que no le veo solución y no sé si usted la ve y me ametralla a palabras con sólidos argumentos, los políticos -sin hacer distinción de siglas- solamente se preocupan de ellos y de ponerse buenos sueldos y aquí la solución es que la gente se tire a la calle para que se den cuenta de la situación que tenemos. Lleva usted razón amigo. Por cierto ¿Cómo se llama? Julián yo me llamo Evencio ¿Cómo dice? Evencio, seguro que es usted de Albacete casi acierta, pero soy de Cuenca. ¿Y usted? La contestación que me da es para enmarcar: del mundo. ¡Ostia! Se va calentando la mañana y me lleva a la guerra civil con unos conocimientos que me impresionan y me habla de la memoria histórica, del traído y llevado oro de Negrín y le comento en tono irónico: sería plata. No le sienta bien y me mira con cierto recelo y trato de volver al pasado con esta aseveración: me gusta más la paz que la guerra y lo que no me gusta es matar por ideas, me vuelve a mirar de reojo y me espeta: lo que tienen que hacer es decir la verdad y tener memoria para todos. Bueno Evelio me tengo que ir que me está esperando mi mujer y mi nieto. Ya seguiremos otra mañana hablando y lo invitaré a un café. Algo encontré de la nada.

Me vuelvo a casa con el paso moderado y pensando la buena inversión del tiempo matinal que me deja la fortuna de compartir momentos que hacen de la soledad el bullicio para entretener a personas que viven aisladas y en compañía. Todo final tiene un principio.

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