El Rey no es Dios. Y
presumiblemente no adscrito al bien común de la democracia, si tenemos en
cuenta que la libertad de expresión no planea precisamente por la Zarzuela.
Cuando se podan las preguntas que el pueblo quiere escuchar, la Casa Real es
poco transparente, y el casero escancía la voluntad encubierta. Y si incinera el
artículo 20 de la CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA, Dios salve a España del Rey.
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