El
país prende de un hilo, observo la justa impaciencia de los
que están al borde de la desesperación, y
a pesar de ello es modélica la prudencia del pueblo. El pueblo que no puede comer tiene derecho a rebelarse para
no ser engullido, reivindica trabajo y techo, sus derechos. Reivindica dignidad, y eso no se le
puede negar. ¡No! Pero este Gobierno
anodino, sordo y ciego, puede vivir la tragedia de verse incinerado porque
activa la forma del escrache de la cerilla. Y como buen patriota, asistiré a
las honras fúnebres. Eran buenas
personas.
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