La ambigüedad de Jesús Ros hace que su crédito se tambalee, entre apuestas personales por determinada persona, (te equivocas) el tapado que se puede destapar, (te sigues equivocando) y el run run incesante de aspirantes al trono, hace que tu indefinición merme tu reputación en el ámbito político. Hay cansancio, agotamiento y de la confusión eres el número uno. Hora es de transparencia, de llamarle a las cosas por su nombre, de trabajar con rigor, de dar altas en la Agrupación, y no de bajar a los infiernos. Esa casa debe ser modelo de seriedad, de atención a los ciudadanos, de comportamientos éticos, y no el campo abonado del dime y direte. No Sr. Ros, no me convences.
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