La semana pasada
me llamó Jesús Ros y mantuvimos una amplia charla en la que, como es natural,
la política local, nacional y presupuestos fue el menú de la conversación
exenta de discrepancias, por aquello de que utilizamos el sentido común a la
hora de hacer valoraciones en las que solo
cabe aplicar la racionalidad. Hablamos también de la periferia de la política y
de conocidos desconocidos.
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