El curso de la vida política
sigue en la espiral del progreso regresivo sin que haya fórmula de restablecer
hábitos de decencia y moralidad. A tenor de lo que vemos, el pueblo sigue con
los brazos caídos y con pocas ganas de ejercer principios y derechos que los
gobernantes van escamoteando sin escrúpulos y sin vergüenza. Cuando seguimos
con el esplendor de los desahucios, subidas de pensiones que garantizan el
hambre, juicios que parecen el parto de la burra, presiones para favorecer a
ladrones de guante blanco y presos de élite exigiendo sábanas de seda, este
pueblo más que vivir, vegeta. Perezoso, sin inquietudes y cloroformado, el
despertar será para cerrar los ojos. “Los sumisos, los mansos, los indiferentes,
los sufridos, los resignados, son la masa, la muchedumbre que con su pasividad,
su modorra y falta de carácter hace lento y doloroso el avance de las
sociedades” (RICARDO FLORES MAGÓN).
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