La periferia de la vida
política siempre es un escenario propicio para que el medrador tenga
oportunidades de subir o bajar sin escrúpulos intereses propios que devenguen
algún beneficio. No se embalsaman de dignidad pero viven en ese mundo de
rebajas de la honestidad y satisfacen ego y miserias del ser humano. Son
porteadores que encuentran en el camino de la llanura el Everest de la codicia.
“Camina
lento, no te apresures, que al único lugar donde tienes que llegar es a ti
mismo” (ORTEGA Y GASSET).
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