España es un país quebrado de cultura y la sociedad funciona
con las limitaciones propias de esa esencia en plena decadencia. Se nota
también en el propio Gobierno que deja un halo de inconsistencia de la
sensatez, de la responsabilidad y la cordura. Descartes nos dejó esta cita:
“Pienso, luego existo”, Pedro Sánchez existe pero no piensa. En todo caso,
piensa que es Dios para equivocarse. La oposición es también el epicentro de
atención porque vive más pensando en el “¡Qué viva España!” de Manolo Escobar
que en practicar el sentido común y de ahí la alerta sin sutil amenaza a la
revuelta. Demasiados irresponsables para ejercer la responsabilidad y hacer
bueno el sentido de hombres de Estado. Estos políticos configuran la estampa
viva de la ineptitud y la vergüenza ajena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario