Las letras a veces
se irritan, son rebeldes, se sublevan y dominarlas cuesta trabajo. Y me veo en
la obligación de dar rienda suelta en muchas ocasiones para que vivan su
momento. En los largos paseos de todos los días observo calma, la alarma de ver largas colas en la CASA DE LA CARIDAD y esa vida de
imperiosa necesidad que late al compás de los acontecimientos. No neguemos la evidencia.
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