La Monarquía está tocada, y el Rey resistiendo las embestidas que traen los nuevos tiempos. Y el príncipe pensando en la república. La casa real vive momentos de zozobra, gracias al avispado yerno URDANGARIN, y la parte alícuota de la Infanta Cristina, un galimatías. Ahora que vivían como reyes, tienen que saborear la parte amarga de la vida, sus majestades deben estar aforados de las negligencias de la familia. Seguro que hasta la residencia veraniega de Marivent, sufrirá los avatares de este esperpéntico acontecimiento. Y ahora D. Juan estará sujeto a la intranquilidad permanente, sin poder siquiera disfrutar este verano, de la paz que trasmite el ya famoso palacio. Utilice Señor su FORTUNA, me refiero al yate, y láncese a la mar, como aquellos ilustres navegantes, MALASPINA, MAGALLANES, ROGER DE LAURIA, PINZON, COLÓN, JUAN SEBASTIÁN EL CANO, y descubra el misterio del mar, para que las gotas salpiquen la ilustre piel de un navegante naúfrago de su FORTUNA. Relájese Señor, porque a su majestad solamente le queda que asistir, al juicio final. Y con la particularidad, que se agradece, de no tener que recurrir. Y que en ese final, "reine" la paz.
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