Algunos estómagos agradecidos, van pidiendo piedad para el ínclito URDAGARÍN. Solo falta que pidan él perdón. Hay que respetar la presunción de inocencia, comentan los rancios monárquicos. ¿Para conductas no ejemplares? Y si les parece lo llevamos al Vaticano, y que lo beatifique el Santo Padre. Así es este país. Un país de bobos por doquier, sumisos, indiferentes y de trágalas de rueda de molino. Un país que cuando despierte, se encontrará una fosa común. UN PAÍS DE BOINA.
lunes, 27 de febrero de 2012
UN PAÍS DE BOINA
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