En la vida social del pueblo
hay una persona que representa una suma
de valores que Amparo Folgado debería tener en cuenta a la hora de hacer la
lista, es vida, -lo que no hay en la
casa de los cadáveres- es luz,
-evitaría la oscuridad que siempre resulta siniestra y habitual en la morada- es cercana, -uno de los déficit más
clamorosos de los nobles- sería el óbito de la lejanía, es la transmisión de la ilusión, alegría y
esperanza, -el adiós a la tristeza del mundo aristocrático- es vitalidad, -escasos de energía la aportación
de fuerza es un bien preciado- es un
manantial de buenas sensaciones, ¿qué mejor trago? Es sencillez y humildad, las dos virtudes que son garantía de la
grandeza, otra de las carencias crónicas de ese reputado mundo. Es, quien siempre tiene el corazón
abierto.
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