El discurso de Amparo
Folgado del pasado sábado dejó aristas cuando mencionó a la familia Nemesio, no
fue del gusto de una parte elitista del partido. Sin obviar el planteamiento
errado del mismo, donde faltó profundidad y sobró el tono eclesiástico más
identificado con el pregón de Semana Santa. Será por la proximidad de la semana
de pasión pero en ningún caso propio de una candidata que pretende ganar unas
elecciones Municipales. Isabel Bonig manifestó -y de agradecer es- que al pueblo hay que
pedirle perdón por las cosas que se han hecho mal, pero al engaño con
conocimiento de causa no se le puede aplicar la piedad. Dejó alguna ráfaga de
populismo que siempre los fieles agradecen, el recordatorio del solar patrio
que dejaron los socialistas y, también, el evento hizo posible que mi memoria
no se olvidara de María José Catalá.
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