jueves, 27 de agosto de 2015

DE VIAJE



Ausentarse del mundanal ruido y tener a la soledad de compañía es, en ocasiones impagable. Vivir en ese mundo es saborear la quietud del alma y establecer puntos de encuentro con aquellas cosas que delimitan lo trivial de amaneceres que no amanecen. El pensamiento, haciendo uso de su libertad, me transporta desde el silencio sublime y asentado el equilibrio a ver lo que no permite la vista y a descubrir lo que revelar es imposible. Mañana el alba será la madrugada del día y yo agotado de estos viajes, el anochecer que amanece.

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