La cháchara de ayer mañana tuvo
una tertuliana
no habitual y permitió cambiar la monotonía de todos los días. Así tuve la
oportunidad de conocer mejor a una persona sencilla, sensata y abierta la
puerta de amigos del cerrojo. Gracias. La charla discurrió por
cauces normales sin sobresaltos y pulsando en cada momento la vida política
del pueblo sin rehusar la claridad de las preguntas y obviando en cada una de
ellas la picaresca. ¡Dios me libre! La tertuliana dejó sembrado formas y maneras que se escapan
de lo que debe ser la normalidad cotidiana y recoge aquí el reconocimiento de
una aptitud de civismo, educación y sentido común.
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