miércoles, 30 de septiembre de 2015

LAS CLASES DE ESPAÑOLES, SEGÚN PÍO BAROJA

Corría el año 1904 y aquella tertulia, que había abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán  en el Nuevo Café de Levante, hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales, entre  de la Generación del 98y los artistas más significados entre ellos Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos.
Y aquella tarde noche del 13 de Mayo de 1904 el que sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja. Porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo:
La verdad es que en España hay siete clases de españoles…. sí, como los siete pecados capitales. A saber:
1) los que no saben;
2) los que no quieren saber;
3) los que odian el saber;
4) los que sufren por saber;
5) los que aparentan saber;
6) los que triunfan sin saber, y
7) los que viven gracias a que los demás saben..
Unamuno y Benito Pérez Galdós aplaudieron a Baroja. Sobre todo por el último punto, el que dice “los que viven gracias a que los demás saben”. 13/5/1904



4 comentarios:

  1. Cuando un país escoge a líderes mediocres de forma tan reiterada, entregándose a personas que prometen tan poco e inspiran nada, cabe preguntarse si el problema está en quienes los contratan, esa ciudadanía que supuestamente está al frente del departamento de Recursos Humanos. Quizá en España no escogemos a nuestros líderes por sus méritos, su talla moral o su preparación porque tampoco queremos que nos midan bajo esos baremos en la oficina, la universidad o las elecciones a la comunidad de vecinos. O tal vez se vota al corrupto y al tramposo porque son mayoría los que ven el lado positivo de vivir en un país donde se puede triunfar con esas cualidades. Los políticos no dejan de ser un reflejo de la sociedad y la nuestra ha demostrado carecer de la cultura, la educación, la formación o el espíritu crítico para evitar que alcaldías, comunidades autónomas o la presidencia de la nación sean ocupadas por cualquieras. Es como si, en nuestro masoquismo democrático, encontráramos algún placer oculto en escoger para los puestos de mayor responsabilidad a quienes menos hacen para merecerlos.

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  2. Hay una gran diferencia entre un idiota y un inútil: el primero es un peligro público, ignorante y atontado, hace el mal sin saberlo y multiplica por tanto el daño; el segundo tiene un plan pero es demasiado torpe como para ponerlo en marcha o para reaccionar cuando se demuestra que es un mal plan.
    Sea como fuere, estos políticos idiotas siempre arrastran consigo una larga capa de corrupción, despotismo y malas ideas que suelen hacer mucho daño. No sólo avergüenzan al país, sino que fabrican un futuro oficialista y falso: la manía de los políticos por definir el futuro a su gusto siempre choca contra el único y verdadero Dios todopoderoso que nos juzga a todos, la realidad.
    Y luego está el inútil. En España hay más de un ejemplo.
    Y esa misma lógica aplastante nos ha conducido a la actual situación: 24% de paro oficial, probablemente 30% de paro real, economía sumergida de casi el 37% del total, un 26% de la población por debajo del umbral de la pobreza, jubilados manteniendo a hijos y nietos, carreras profesionales truncadas por un mercado laboral hecho trizas y que probablemente ya son irrecuperables (con toda la frustración, amargura y rabia que eso genera), empresas ahogadas en deudas a las que no se les da tregua, bancos que cogen el dinero público y luego no lo devuelven, desahucios masivos, recortes en sanidad y educación, pérdida de poder adquisitivo, desigualdad… e inútiles. Para esto es mejor ansiar un supervillano perverso, mezquino e inmoral que un idiota ó un inútil.

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  3. No puedes ser político si no quieres entrar en contacto con los demás.

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  4. Es mas peligroso un inútil que un corrupto.

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