El
último pleno ha dejado cicatrices difíciles de curar y el tiempo nos dirá si es
mejorable la ineptitud o, por el contrario, hay brotes de progreso. La
situación no invita al optimismo y me hace pensar que este vía crucis, que
sufrirán algunos políticos, estará blindado hasta el final de la legislatura o,
lo que es lo mismo, garantizada la estabilidad de lo inestable. Queda tirar de
dignidad y no someterse al sonrojo permanente pero me temo que la vil materia no
entiende de dignidades y si de vanidades.
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