No hay día sin debate en la
televisión, en la cafetería, en la calle y en casa. Los rutilantes políticos
han puesto en jaque a la sociedad y asistimos impertérritos a ver la altura de
los aspirantes a la Moncloa, que bien podríamos resumir como un campeonato de
apnea. Lo visto hasta hoy pone de manifiesto que la pobreza energética nada
tiene que ver con la indigencia de la clase política. Sin energía, agudeza,
audacia e inteligencia arrastran la cruda miseria. No dan más de sí.
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