La vida política nos enseña
todos los días que camina con políticos de nivel medio tirando a las
profundidades y, comprobar esa realidad, es matar la ilusión y la esperanza de
un pueblo que no merece acabar con el
ánimo vencido. La triste realidad es la que vemos y lejos está que podamos
evitar la frustración de aconteceres que invitan al desconsuelo. El interés
personal de políticos y partidos está por encima del beneficio de un país que
necesita más atención de sus gobernantes
y menos episodios ególatras.
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