La España en jarras vive
pendiente del incierto futuro que se nos presenta y pensando en cuál de los
beneficiarios de las dadivas del voto generoso del pueblo colmará la voracidad
de insaciables del poder y la vida placentera. Hay ansiedad desmedida por
llegar a la Moncloa y angustia de pensar si el séquito que ahora acompaña toma otros derroteros. Con
las alianzas en plena vorágine de la complejidad, se me antoja que el embrollo
tiene difícil solución. Pablo, la llave que abre y cierra el desconcierto
para establecerse en el desbarajuste.
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