Fluye el amor y al mismo
tiempo el desamor en la vida política, en la Catedral de la soberanía del
pueblo, allí donde se trata de desnudar a un “santo” y vestir a un sacristán.
El “santo” está todavía sin canonizar y sin dar muestras de su entrega con los más
necesitados y cuya sabiduría emplea para beneficio propio. Y el pueblo
sufriendo el martirio de políticas poco dignas y menos santas y enraizado en la
virtud (paciencia) de JOB. Con el permiso de ustedes me ausento para
escuchar la canción de mi admirada CECILIA, “Mi querida España”.
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