Tenemos una clase política
que causa vergüenza, bochorno y repele. Nadie se salva del apocalipsis del
sentido común y, visto los últimos episodios del PSOE, en nadie se puede
confiar. Los obreros españoles se han legitimado en la vida breve de la
seriedad, del rigor, de la falta de responsabilidad y en el caos. Además,
nos han enseñado el final de sus principios.
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