Los ciudadanos, en
ocasiones, tienen la oportunidad de hablar en los plenos y exponer delante de
sus señorías opiniones que se deben escuchar y dar tiempo a la persona que
interviene a terminar su alocución. Impedir que la voz del pueblo tenga en su CASA la libertad que ampara la
Constitución, es la muerte súbita de la esencia democrática. A veces los plenos
se prolongan durante tres o cuatro horas y hay que soportar -con mucha paciencia- a ediles no aptos para la práctica de la prédica en su
desierto. Algunas veces sus señorías elevan la voz tratando de encontrar en el
trueno de la vehemencia su razón. “Eleva tus palabras no tu voz. Es la lluvia
lo que hace crecer las flores no los truenos” RUMI.
Cuando se cercena la voz del pueblo estaríamos hablando de dictaduras.
ResponderEliminarLa voz del ciudadano es sagrada.
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