Llega la época de la manta de cartón, de frías aceras donde el pobre vela la noche, y la piel de humanos colmados de miseria se encoge. La estación que atemoriza al indigente, sin que el indigente de alma, note al limpio mugriento. Y aterido y rígido, escuchara los pasos de quien no se detiene, porque vive en la inacción de sentimientos.
El que tiene mantas no se acuerda del cartón.
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