Soporta
bien Miqui el peso de la gloria, y en el día después de alcanzarla, vive
aislado en el universo del silencio, practicando la meditación y trabajando la
calma mental unidireccional. Este amador de los amigos, y amante de compartir
alma, corazón y vida, intuyo que le gustará está estrofa de un soneto de
Quevedo, que quizá sea propicio.
Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.
y escucho con mis ojos a los muertos.
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