sábado, 12 de abril de 2014

EL ABUELO CARPIO.


El título de este post no resta un ápice de protagonismo a la magistral charla del entrañable Miqui Amador, pero pienso que no se puede prescindir de la emotividad y ternura de este comienzo, que espero sea del agrado del amante de la humildad. Vaya por delante mi admiración por este insigne de la grandeza, que hace alarde de conocimientos no pequeños, para ponerle a la vida vigor, sentimiento y amor. Siente Miqui lo que expresa, y sus lágrimas son el manantial de sensaciones que rompen el alma y tiene el don de saber trasmitir para poner luz al mundo de la oscuridad. Este Einstein que alumbró en el paraíso de Jacinto, me deja el hábito (porque todo está en continuo cambio), de volver a escucharle para desde el silencio sentir la calma inquieta. Y desde la consciencia consciente,  agradecerle su pasión y generosidad de compartir para que sus amigos no estén exentos de vivencias únicas. Y desaciendo mi estructura mental para evitar ser prisionero, la mañana invita a dar buenos días, sonreír, amar y compartir sueños. Y las lágrimas se deslizan para recordar al abuelo Carpio. Gracias, muchas gracias. Un fuerte abrazo.

PD. No quiero dejarme el reconocimiento a la excelencia de tus amigos inteligentes, respetuosos y amables. Y la felicidad de tu familia.

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