Las tertulias nos enseñan a
las nuevas generaciones de políticos para que veamos un concepto distinto de imagen y sonido. Es abismal la
diferencia con los trasnochados del pasado,
esos que poco a poco van cayendo como las brevas de la higuera. Falta hace juventud, formación y que la
regeneración de la vida política sea un
hecho. Tienen su aporte vitamínico para combatir la anemia de un país
que se sostiene con muletas. Se ve un
rayo de luz y fuerza en un pueblo abatido por la malaria de un bipartidismo
corrupto. Y desde esa perspectiva que contagia de estos jóvenes intrépidos,
da la sensación de que PODEMOS
soltar las muletas.
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