El monopolio del
bipartidismo tiene fecha de caducidad, que falta le hace a un pueblo que vegeta al
pairo del naufragio del Municipio, y vaga entre solemnidades estériles, mirando
el descorche del alcornoque sin que se pueda taponar la sangría de una clase
política presta y dispuesta a mamar de la teta patria que tiene propiedades
curativas de ego y vanidades y son beneficiosas para las cuentas corrientes. Ya está bien de jetas, castas y mutilados
de cojones. Cuando el hundimiento global del bienestar social es una
realidad, las fiestas y charanga abanderadas del despilfarro, la transparencia
oscuridad y la democracia la convierten en dictadura, sobran gobernantes con el marchamo de inútiles y escorados al
franquismo.
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