Mañana soleada y el paseo de
la Avenida del Vedad lleno de vida reposada en bancos de madera y haciendo
ejercicio en ese sube y baja que desentumece las piernas y colabora a rebajar
el colesterol y el azúcar. Hay pleno de ocupación y la charla amena es el
vermut mañanero que aporta la singularidad de la existencia de vidas al alba de
otros amaneceres. Abrigados y buscando el rayo del sol, la división plateada
pone acento al paseo entre saludos y despedidas. Me siento en uno de los bancos
y con los buenos días que exige la educación trato con sigilo ausentarme de la
conversación que mantienen echando un vistazo al teléfono y poniendo la máxima
atención en el dialogo que tienen establecido. Piensan que estoy distraído y
mantienen encontradas opiniones de la vida política, -estos nos quitarán las
pensiones- asevera uno de ellos, y otro le contesta, -nunca el comunismo dio
nada- el de la coleta no es la solución a los problemas, -pues eso es lo que
hace falta para acabar con los ladrones- -lo que tienen que hacer es terminar
con el paro que esa es la madre del cordero expone Paco- -yo le tengo que
ayudar a mis hijos que están sin trabajo y pagando hipoteca lo dice con cierta
amargura y tristeza, su comentario me jode la mañana y decido marcharme con un
adiós, mirándoles a la cara y deseándoles -en silencio- lo mejor. Lo que se
merecen. La mañana tiene sus sombras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario