La verdadera crisis
es la crisis de la incompetencia. El problema de las personas y los países es
la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos,
sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay
méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis
todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis
es exaltar el conformismo. En vez de
eso, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora: la
tragedia de no querer luchar por superarla.
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