La lectura es un
bien que repara la ignorancia y fomenta la sapiencia. Con esos cimientos se
construyen edificios morales que deben ser la base para servir al pueblo con la
integridad que no estamos acostumbrados a ver en el mundo político. Ese plus
avala el crédito del que no siendo erudito es amante de la lectura. “Conócete, acéptate,
supérate” (San Agustín).
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