Los
partidos políticos viven enclaustrados en pasados sin que haya augurios por
parte de nadie de adherirse al mundo actual.
El presente requiere componentes nuevos, vivir de realidades
incontestables y renunciar a vicios y viciados. No hay, al día de hoy,
antecedentes de generaciones nuevas que acaben de una vez con el martirio de
ver siempre lo mismo que es lo más innovador de la vida política. Todos representan la sinfonía inconclusa de
breves eternos.
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