La solidaridad
humana juega, al día de hoy, un papel fundamental para ahuyentar el hambre de
muchas familias inmersas en la necesidad agobiante de sobrevivir de la
misericordia del mundo racional. Esa especie humanitaria, benévola y
comprensiva que llena carros de alimentos para paliar vidas al borde de
necesidades imperiosas. La puerta de la Iglesia es otro de los recursos donde
la dádiva caritativa de compasivos y piadosos deja su limosna para que el pobre
tenga su certificado de origen. Aunque el pan forma parte de una prioridad
innegable, el bálsamo sentimental es otra de las primacías que no alivia el
donativo.
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