El Gobierno sigue con su olimpiada de los recortes, que nada tiene que ver con pensar en el crecimiento, y optan por lo más fácil. Pero no resultará fácil ver como cae el consumo, y el deterioro generalizado de todos los sectores. No piensa este Gobierno, que con esta dinámica, se puede llegar al caos. Porque es evidente que en función de medidas tan excelentes, el pueblo puede explotar, se ve, se oye, y se siente. Y entraría dentro de la normalidad más absoluta, no causaría extrañeza a nadie. Y es que esta debacle, no es tolerable, que la paguen justos por pecadores. Por lo tanto abogar por la revolución social, es defender los derechos de las personas, porque lo que no se puede defender, es, a un Gobierno, que pretende hacer un crematorio de España.
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