Los políticos no tienen sentido de la solidaridad,
viven aislados del deterioro de una parte importante de la sociedad. Ajenos a
la pobreza, a los parados, y al siempre zarandeado pensionista, hacen de sus
privilegios el modo vivendus de vidas tan ejemplares. Han saqueado las arcas
públicas para hacer responsables de semejante irresponsabilidad al siempre
torturado pueblo. Viven sin sentido de la conciencia, porque quizá no
tengan, y además ciegos ante una situación caótica, que es ya el inicio de
revueltas que traerán consecuencias drásticas. Estos son corporativistas del
bienestar social propio e indiferentes a los que claman justicia social, que
derecho tienen. Pero la sociedad no va a
permitir que estos delincuentes de guante blanco hagan del abuso y de la
arbitrariedad el fin de vivir en el paraíso. Esta parafernalia de auténticos
timadores, verdugos de la siniestralidad del país, acabaran siendo víctimas
propiciatorias de sus propios desmanes.
Y Rajoy, heredero de la ruina socialista, se debate
entre el no saber qué hacer y pedir el rescate de su Gobierno. Este pusilánime
de Presidente, incapaz de dar explicaciones al pueblo, puede encontrarse con la
realidad de un pueblo levantado, porque no es merecedor de estar
arrodillado.
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