La vida política enloquece
de mediocridad, nadie se salva de adjetivo tan poco edificante. Es un mundo
pigre que vive en el apogeo de la incuria. Todos nos engañan, para que nadie se
engañe. Semejante deterioro degenerativo causa pavor, y si execrable es el
análisis de Gobiernos Socialistas, abonados al pastizal de la corrupción, Dios
nos libre de la endeblez y fragilidad de alelados epopeyicos. Y entre el
desvarió de unos y el dislate de otros, Señor,
ten piedad de un pueblo que vive el infortunio y la adversidad de mangantes con
carnet de identidad.
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