Es posible que las cuentas de la vieja guardia socialista para mover a
Andrés Campos de la vida política, no de el resultado que esperan. Las cenas
entre compañeros solo sacian el hambre puntual que alivia el estómago, pero no son en ningún caso la solución que
se pretende. A pesar de que algunos están convencidos, hasta la médula, de
que el final de Andrés está al alcance de la mano. Sin darse cuenta que Jesús
Ros sigue el peregrinaje de la ambigüedad sin tomar decisiones que al final
pueden ser sorprendentes. Y la lógica dice, que hasta el día de hoy no hay un
candidato con garantías de éxito, y Ros
habilitado de experiencia y conocedor de lo que tiene y le falta, apostará por
la estabilidad inestable de Andrés Campos. Ahora recapaciten. Y cuidado con
las rebeliones, procuren instalase en la calma.
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