Los amantes de cargos
públicos (cuatro mil euros fijos al mes), pan y mezcla incluidos, están
haciendo footing hace tiempo para cuando llegue la carrera estar preparados al
vértigo de la ascensión al cielo de la seguridad que libere del paro. No hay vocación del
servicio al pueblo, ¿para qué engañarnos? Hay
devoción por la pasta gansa. Y por no haber no hay ni capacidad, ni
responsabilidad, ni sentido común. Puede la avaricia de quien piensa que es
el traje a su medida, y no piensa que se
le ven las pelotas colgando.
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