Para relajarme de este
agotador calor he decidido escuchar el “Lago de los Cisnes” de TCHAIKOSKY y
aparcar la política un momento. No se vayan. Y con la Rapsodia
Húngara No-2 de FRANZ LISZT he puesto el
final al agobio de la calina. Ha sido reconfortante y seguiré buscando el
sosiego con esta fórmula mágica que genera bienestar y hace posible evadirse
del mundo cotidiano y encontrar otras vías que refrigeren la excitación del
¡ay! de la injusticia. Mañana dedicaré una parte del tiempo a la búsqueda del cantautor
de la tierra, PAU ALABAJOS, para encontrar en su voz, la libertad de
esclavitudes.
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