Humildad y más autocrítica
pide la noble Esperanza Aguirre. Esa terapia es difícil que la derecha le meta
el diente. Dos cosas que no están al alcance del mundo conservador porque
estaríamos hablando de algún milagro que, por hoy, lo veo imposible. Cierto
es que humildad les falta y queda reconocida y la autocrítica les viene grande.
Le faltó añadir a la “humilde” la cercanía con el pueblo que es otra tara que
no saben superar. Su ADN está escorado a la grandeza, prepotencia y ostentación.
Sencillitos.
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