María José Catalá generó
ilusión aquel 27 de mayo ante 300 personas y el mundo varado de su partido se
oxigenó de brevedad. Después de la quimera reina en el partido la apatía, el
sepulcral silencio, el ánimo vencido, las secuelas de la última cena con Isabel
Bonig y derogada la esperanza.
Hay en el partido muchas cosas derogadas el ansia del trabajo, del esfuerzo y de la unión. Esa abstinencia es la imagen de un partido triste, melancólico y caducado.
ResponderEliminarEs un mundo de ciegos, sordos y mudos.
ResponderEliminarla mudita de "La Emérita" ha hecho de este gran partido un mundo de ciegos, sordos y mudos. Y sin alicientes.
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