sábado, 21 de octubre de 2017

EL PUEBLO NO ES UN ESTERCOLERO

Malos tiempos para los parados, dependientes y pensionistas. Vivimos en el crédulo mundo de la incredulidad. O sea, no vivimos. La tragicomedia diaria no nos permite conciliar el sueño porque hay precariedad de talento de los gobernantes y el pueblo abusa de la paciencia. No quiero pensar que se derive en ignorancia. La hambruna de honestidad de tirios y troyanos es el azote de penurias y privaciones que invitan a la sublevación. El pueblo no es un estercolero pero el hedor de la injusticia  puede ser la emanación para que el pueblo se ponga de pie. 

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