Tiempos de vender
progreso, justicia social, derechos civiles, amasar pan de harina de trigo, enterrar
pasados y que sirvan de panacea para ganar el futuro. El pueblo esquilmado no
se merece a tanto aventurero y pretendiente a tronos de la estabilidad
económica. El pueblo asentado en la quietud merece el respeto que no se le
tiene, la firmeza de la certidumbre que permita vivir en paz y con dignidad y
no estar en el trapecio de la inestabilidad permanente. Hace falta una
revolución social pacífica y no emular a JOB con su paciencia.
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