Metidos en harina,
me atrae y apasiona la vida del pensador Santo Tomás, fue un prodigio de
inteligencia y en su mundo de espiritualismo define entre los elementos divinos
y humanos, el término de “eclecticismo”. Pero me quedo con estas dos últimas
aseveraciones que son verdaderamente trascendentales: “El alma es
incorruptible” y “la consumación última del hombre consiste en un reposo
perfecto del entendimiento y la voluntad”. Esto es viajar a los ancestros y
surcar tierras áridas, para adentrase en un mundo boscoso, en el que haría
falta un protector del alma.
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