Me dice un amigo que la mayoría de veces que me lee no
entiende lo que escribo. Ni yo, querido amigo. Es un acusado defecto que no puedo corregir porque mi cabeza no da
para más. No obstante, trataré, en la medida que pueda, simplificar el verbo
para evitar que la altura de las letras no te ocasione vértigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario