jueves, 6 de febrero de 2020

ME GUSTARÍA CONOCER LA POBREZA


Me gustaría conocer la pobreza andando por calles y plazas, viendo el anochecer que sería el amanecer de todos los días. Sentarme como muchos en el banco rígido de madera, la piel pegada al calor de la sabana de cartón y el estómago pidiendo clemencia. La triste vida de un mundo marginal, que siempre me llamó la atención por ser un colectivo que a veces carece de ella. La vida de personas que se sirven del plato del contenedor, del harapo, de los que tiran y no dan. Vidas ejemplares de humildad, sencillas en el holocausto de la dignidad. Vidas que anuncian con su mirada el desconsuelo, la angustia y la tristeza como único bien de amargos males. Vidas que en el mejor de los casos hacen de su techo los cajeros de Bancos, la pobreza a los pies de la riqueza. Vergüenzas con mayúsculas para ver y no ser vistas. Me gustaría transitar por ese mundo saboreando el hambre, con la escarcha de la mañana en la barba y el perro a mi lado, que es lo más leal que me he encontrado en la vida.

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