Los políticos viven
en el trapecio de la credibilidad sin
que sea posible la excepción de la regla en este mundo de intereses, de
falta de seriedad, de respeto al pueblo y de una concatenación de lacras, para
que la virtud no sea compañera de viaje de extraditados de la admiración. Época
poco fértil donde la bajeza es la altura.
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