Si
tuviéramos políticos de la talla de Ortega, Unamuno o Besteiro no estaríamos en
esta situación de incertidumbre, ni en la certidumbre de este barrizal que
pringa a pringados de falta de altura, llámense Pedro, Mariano, Pablo o Albert.
Hay diferencias tan abismales que no hay comparación posible para definir
distancias insalvables. En este cenagal se revuelca la clase
política de la España invertebrada.
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